La mara chancleta, el Mao Mao,la gallo, la fosa y la Morazán eran los nombres de las primeras pandillas. Debido al conflicto armado que vivió el país, decenas de jóvenes emigraron a E.U. Allí se genero una disputa en el mercado y los servicios entre mexicanos y salvadoreños.
“Cuando finalizo la guerra en El Salvador, E.U. vio la oportunidad de terminar con el problema en su país e inicio con el destierro masivo de inmigrantes salvadoreños que habian formado sus clicas o pandillas en ese pais sin percatarse de que este problema no finalizaría”.
En El Salvador las primeras manifestaciones de clicas se registraron en 1992 “Los Harrison Locos Salvatruchos” de la MS-13, iniciaron estas organizaciones. Dos años más tarde, en 1994, la 18 también comenzó a formar sus clicas o pandillas.
Los pandilleros son jóvenes entre 13 y 21 años de edad. A la mayoría no le ha ido bien en las escuelas y muchos hasta han abandonado sus estudios antes de terminarlos. Algunos tienen familiares que han estado en las pandillas. La mayoría de los jóvenes mas involucrados en las pandillas es porque han estado sin supervisión de sus padres todo el día o no tienen tiempo por el trabajo y no les dedican tiempo, es por eso que estos jóvenes se unen a las pandillas en busca de aceptación, compañía, reconocimiento, el sentirse amado, el sentimiento de pertenecer a las pandillas y hasta a veces el encontrar una familia.
En El Salvador el problema de las maras es más marcado, pero también es el país donde se han hecho los mayores esfuerzos por enfrentar el problema, sobre todo por los niveles de violencia que han alcanzado estos grupos de jóvenes, que hoy están dispersos en todo el país. Los esfuerzos han sido desde el punto de vista de la prevención.
La situación de las maras ha alcanzado un nivel que no se vive en otros países. Por ejemplo: Israel Montero un miembro de la mara 18, que tiene el control del barrio San Sebastián. Sostiene que esa seguridad tiene un precio.
Es por ello que se formo una cooperativa, solo que no es de ahorro ni de crédito, sino solo de “deposito” en pocas palabras una extorsión o renta.
Y es de “deposito” porque los vecinos son obligados a aportar una cuota mensual, dinero que ellos utilizan para comprar armas y para comprar comida y drogas, pues la mayoría no tienen un trabajo.
Los pandilleros de El Salvador no se mueven de sus barrios (colonias), y consideran que hacerlo es apostar con sus propias vidas. Para ellos es sentencia de muerte quien se mete a un barrio donde el mando lo tiene una mara contraria. Toda pandilla para tener razón de ser necesita tener una pandilla contraria.